jueves, 31 de enero de 2013

You are my world.

Eres tan perfecta para mi que no tengo palabras para describirte. Tu pelo, tus ojos, tu bonita sonrisa, todo es sencillamente perfecto al igual que tú. Tu sonrisa es la más deslumbrante que existe en este mundo, ella hace cambiar vidas, sentimientos, corazones. Por cada rincón que pasas haces que todo sea diferente, haces cambiar mi mundo cuando estás cerca, eres la que hace que mi vida cobre sentido, eres quien hace que siga adelante, que luche por algo, que luche por ti, por tu felicidad.

Eras esa luz que ilumina mi camino, eres esa chica que no merece que le regalen una flor, sino un jardín entero. Mereces todo eso y más, porque las grandes personas merecen grandes cosas. Por ti atravesaría ríos, montañas, océanos, daría todo lo que tengo por ti, porque eres mi sueño, eres todo lo que quiero, eres esa persona tan especial que siempre he buscado. Eres una estrella que nunca deja de brillar, por eso eres tan especial, tan importante para mí. Eres mi mundo, mi todo, y no me gustaría que te alejaras de mi, porque no quiero un final feliz contigo, quiero una historia entera a tu lado, aunque eso lo decides tú.

No te prometo 'infinitos', no te prometo 'para siempres', te prometo algo diferente. Te prometo bajarte la luna y devolverte al cielo, junto a las estrellas, ese es el lugar donde mereces estar, porque eres una de ellas. Tal vez nunca te llegue a gustar, tal vez nunca alcance el nivel de grandeza que desprendes, pero al menos intentaré hacerte feliz, intentaré luchar, y si tengo que morir en esta batalla que sea por un sueño, que sea por ti.



sábado, 26 de enero de 2013

Quédate conmigo, porfavor.

A veces pienso como sería mi vida si no la hubiera conocido, ¿habría sido tan patética?. Nunca lo sabré, porque ya era demasiado tarde. La conocí en mi taquilla, mientras unos chicos me acosaban, ella intervino y paró a los chicos, paró el mundo, paró mi corazón. La chica se presentó y pidió disculpas por lo que hicieron sus amigos. No le dí importancia, solo me fijaba en ella en ese momento, no podía dejar de mirarla, era inevitable no hacerlo.

Me terminé enamorando de esa chica, pero no tenía ninguna oportunidad de llegar a nada con ella, por eso intenté ser su amigo, pero el miedo al rechazo me echó hacia atrás. Pasaban los días y aún seguía enamorado, pero como siempre, había un problema, ella tenía novio; él era guapo, alto, fuerte... no me podía comparar con él, yo era todo lo contrario. A cada momento estaba pensando en ella, su imagen no se iba de mi cabeza, era imposible olvidarse de esta chica, porque la quería, porque daría mi propia vida por ella, porque era quien alegraba mis tristes días con una sonrisa.

Pasaron los años, todo seguía igual, excepto mis sentimientos, cada día que pasaba la quería más, era tan preciosa como un tulipán en un jardín en plena primavera, ella era esa flor que producía oxígeno para poder respirar. Me faltaba la respiración cuando se encontraba lejos, no quería perderla, aunque nunca la había tenido. Durante unas semanas dejó de asistir a clase, me sentía preocupado por ella, hacía tiempo que no la veía, mi corazón se entristecía cuando no la sentía cerca. Los rumores de que se encontraba muy enferma circulaban por todo el instituto. No aguanté más y decidí ir a visitarla para ver como se encontraba. Gracias a mis conocimientos de informática y un poco de astucia, conseguí averiguar su número de expediente y con él, la dirección de su casa. Al salir de clases, fui directo a visitarla.

Cuando llegué al lugar, llamé a la puerta un par de veces, hasta que al fin conseguí que abrieran la puerta. Hablé con uno de sus hermanos, el cual, me dijo que se encontraba enferma en el hospital, a la espera de un donante de corazón. Me sentí muy mal cuando me contó todo, por eso, le rogué que me dijera la dirección del hospital donde se encontraba. Después de un tiempo insistiéndole, terminó diciéndomelo.

Regresé a casa y me tomé una ducha rápida, me vestí y fui en dirección al hospital. Cuando llegué, me dirigí a la habitación en la que se encontraba, y abrí aquella puerta que separaba a dos personas que nunca serían unidas por el destino. Ella se encontraba acostada en una cama, dormida. Cogí su mano y, repentinamente, empecé a llorar. Ella abrió los ojos y sacó una gran sonrisa, como si se alegrara de verme. Me secó las lágrimas con una de sus manos y me dijo que dejara de llorar, que una persona tan fuerte como yo no debía de hacerlo.

Me dio las gracias por haber ido a visitarla y me dijo que ninguno de sus amigos ni su propio novio habían ido a visitarla. Me contó que admiraba la fuerza de voluntad que tenía al resistir las burlas y el abuso de los demás compañeros sobre mí. Le contesté que la mejor forma de librarse ellos es ignorarlos, ya que solo buscan llamar la atención y si le sigues el juego, continuarán con él. Me contó que estaba esperando a un donante de corazón, pero que no encontraban a ninguno, le quedaban solo unas semanas de vida. Impactado, solo me quedó darle ánimos y suerte. Mantenía la esperanza de que alguien arriesgara su vida por ella. Pero me equivoqué, nadie tuvo el valor de hacerlo, le quedaban solo unas horas de vida, por ello, decidí entregarle mi corazón, ya que ella hacía que latiera, y si no estaba, dejaría de hacerlo.

Me presenté como donante. Me sentía nervioso, pero estaba seguro de lo que hacía, su vida era más importante que la mía. El mundo no echaría en falta una pérdida tan insignificante como la mía, pero tal vez la de ella sí. Los médicos se apresuraron para hacer el transplante, pero no les dió tiempo, la chica falleció antes de lo previsto, no pude salvarla.

Después de aquel momento, no hay día en el que no piense en ella. Era la fuerza de voluntad que me permitía seguir adelante, era la esperanza de poder ser feliz, era el sueño que perseguía, pero ese sueño se había convertido en una pesadilla, que recorre mi cabeza día a día. 



jueves, 10 de enero de 2013

Trazando una línea perfecta.

Todo parece tan bonito cuando ella está cerca, todo cambia radicalmente. La realidad se distorsiona por un momento, hace que todo sea perfecto, porque ella lo es. 

No se podría describir, no hay palabras en el diccionario ni nada que pueda hacerlo, la palabra perfección pierde su significado cuando se compara con ella. Me gustaría dibujar una gran sonrisa en su cara, hacer que se sienta feliz, porque quiero que lo sea, una persona tan grande no puede venirse nunca abajo. Ya se que no soy el tipo de persona que busca, y no creo que lo sea, pero al menos intentaré conseguir sacarle una sonrisa, porque eso es lo que hace que mis días sean más bonitos. 

No me importa perder un peón, sabiendo que mi rey está todavía a salvo. No me importa recorrer el mismo camino una y otra vez, porque ella es la que hace moverme para terminar el recorrido y volver ha empezarlo de nuevo. Es esa persona que he estado buscando, apareció un día en mi vida e hizo cambiar mi mundo y ver su perspectiva de una manera diferente. No me importa esperar, no me importa que no sienta lo mismo que yo, pero al menos soy feliz sabiendo que existen personas tan maravillosas en este camino, y yo por suerte he encontrado a una de ellas.



jueves, 3 de enero de 2013

Perdido en tu sonrisa.

Como todos los años, al acabar el curso, mi tío solía llamarme para pasar el verano con él en su casa de madera, que se encontraba cerca de un bosque, apartado de la gran ciudad. Un lugar donde no se oye el ruido de los coches, donde no se respira el aire contaminado, un lugar donde la tranquilidad abunda en cada rincón por el que pasas.

Llegó el día, me desperté entusiasmado, hice las maletas y me senté en los escalones de la puerta de mi casa esperando a que mi tío llegara. Cuando lo hizo, me despedí de mi familia y me monté en su coche, dirigiéndonos al lugar que tanto ansiaba ver de nuevo. Cuando llegamos, ayudé a mi tío a bajar el equipaje y lo acompañé hacia dentro, dejé las maletas encima de la cama y salí fuera de la casa para contemplar el lugar en el que me encontraba. Era extraordinario, nada había cambiado, todo seguía de la misma manera, como todos los años. Parecía como si aquella imagen se hubiera congelado en el tiempo. El aire era muy puro, los pájaros cantaban felizmente sin miedo a que algún día fueran atrapados por ese ser cruel llamado hombre, la gran naturaleza que abundaba en todos los rincones. Era todo tan perfecto que comprendía porqué mi tío decidió construir su casa en ese lugar.

Mi tío trabajaba en la caseta de al lado, dedicaba su tiempo y su vida dentro de ella, se tiraba largas horas investigando. Nunca comprendí sus investigaciones, hasta hace unos meses. Una mañana, me levanté temprano para explorar el paisaje y adentrarme un poco más en él. Salí de la casa y eché a andar por medio de la vegetación que encontraba a mi paso. Cada paso que daba, cada movimiento, me hacía sentir libre, me hacía sentir un navegante por medio de la mar, totalmente relajado, totalmente tranquilo. A lo lejos vi un arbusto moverse, me apresuré para ver que era, me acerqué y moví la planta. Repentinamente, salió un ser corriendo hacia delante, me quedé asombrado, debido a la belleza que desprendía. Acto seguido, fui detrás de él, con la esperanza de poder conciliar una figura más concreta. 

Fue una carrera intensa y fortuita, ya que ese ser se tropezó con una de las raíces de un árbol que sobresalía en el suelo. Su cuerpo desnudo chocó contra la tierra, haciendo que ganara unos segundos para alcanzarlo, me detuve, estaba a su lado, me agaché y le pregunté si se había hecho daño, me respondió tocándose la rodilla. Tenía una gran herida, cogí un trozo de mi camiseta y se la tapé, con el fin de parar la hemorragia. Me quedé embobado al verla, se podía distinguir su sexo, era una chica de mediana edad, pero era diferente, sus ojos eran más grandes de lo normal, era muy alta, solo tenía tres dedos en cada mano, al igual que en los pies. Me quedé fascinado, le pregunté de dónde venía, me respondió con palabras inentendibles, las cuales, se me hacían imposible comprenderlas. Esta chica no hablaba nuestro idioma, no tenía los mismos rasgos físicos que cualquier ser humano, era distinta, tal vez fuera eso por lo que mi tío pasara tanto tiempo buscando e investigando sobre ella.

La llevé a casa, apoyada en mis hombros, ya que no podía caminar adecuadamente debido a la herida que se había hecho. Llamé a mi tío para que abriera la puerta, al abrirla, quedó fascinado, se le cayó al suelo la taza de café que sostenía en la mano. El nerviosismo empezó a recorrer su cuerpo, titubeó unas palabras, después, se acercó a la chica, la cogió y la llevó dentro de casa, donde la acostó en una cama, cogió su botiquín y le desinfectó la herida. A la mañana siguiente, mi tío y yo investigamos a aquella chica, estaba muy tranquila, a pesar de encontrarse con dos completos desconocidos.

La chica me miraba de forma extraña y me sonreía cada vez que la miraba. Esa sonrisa me mataba, no era una sonrisa cualquiera, era radiante y espectacular, esa sonrisa era un flechazo directo hacia mi corazón. Desde hace unas semanas empezaba a sentirme extraño, esa chica había conseguido llegar hacia lo más profundo de mi interior, consiguiendo formar una parte de él. Definitivamente, estaba enamorándome de ella.  Pasaban las semanas, los días, las horas. El verano se estaba acabando, y mi amor por ella seguía aumentando. No podía estar ni un segundo separado de su lado, cuando lo hacía, me sentía vacío por dentro. Había conseguido que esa chica se acostumbrara a nuestros hábitos, a nuestras costumbres, además, comenzaba a decir algunas palabras en nuestro idioma. No quería que terminara ese verano, no quería despertarme de ese sueño en el que me encontraba profundamente dormido. Dejé que ella fuera todo para mí, me dejé llevar por el amor, que me tenía prisionero entre sus rejas.

Desvelado en medio de la noche, me levanté a hacerme un café y a ver un rato la televisión, subí las escaleras y me acerqué a la habitación donde se encontraba la chica, la puerta estaba abierta, entré a la habitación y no había nadie en ella. Mi corazón se estremeció, había recibido un gran golpe, empecé a preocuparme, bajé las escaleras a toda prisa, la puerta principal también estaba abierta, su ropa estaba tirada en el suelo. Me quedé paralizado, la chica se había escapado. Miré como último recurso en la caseta de al lado, como esperaba, no había nadie. Cogí mi mochila, agrupé todas mis fuerzas y, derramando lágrima por lágrima, eché a correr por medio de ese bosque. Desesperado, gritaba con todas mis fuerzas mientras corría sin parar, con la esperanza de que me escuchara. No veía nada, la oscuridad me nublaba la visión, estaba perdido en medio de la noche en un bosque, en el cual, habitaban animales peligrosos por el día y por la noche. Cansado, no podía seguir adelante, me acosté en el suelo, derrotado por el sueño y la incapacidad de seguir adelante. 

Me desperté atormentado por las pesadillas que tuve en la noche. No tenía fuerzas, necesitaba comer algo. Busqué por los alrededores algo de comida, pero no encontré nada. Caminaba deambulando por el lugar, sin ánimo, sin fuerzas. El deseo de poder encontrarla me ayudaba a seguir adelante, recordaba su pelo, sus ojos, y esa encantadora sonrisa, tan perfecta como todos sus rasgos.

Escuché un ruido extraño, provenía de detrás de mi, asustado, me dí la vuelta, pero no vi nada en ese primer momento. Seguí caminando, pero volví a escuchar ese sonido, sin pensármelo dos veces, me dí la vuelta, y esta vez, mis ojos vieron un ser repugnante y alargado, llamado serpiente. Se lanzó hacia mí, mordiéndome en el lado derecho de la cintura, lleno de dolor, caí rendido al suelo, no podía mantenerme de pie. No sabía que hacer, estaba perdido, no tenía comida, estaba herido y sin poder moverme, estaba llegando mi final, la muerte se acercaba hacia mi, arrastrando sus cadenas y cubierta con su velo negro. Desesperado, cogí mi mochila, abrí el cuaderno y escribí esta historia, con el fin de que alguien la encuentre y así, proseguir la búsqueda de esta chica, que hizo que perdiera la cabeza por ella, además de mi vida.