domingo, 23 de noviembre de 2014

American Dream.

"Otro días más", esa es la frase que ella repetía una y otra vez cada vez que se despertaba. Era una chica de estatura normal, cabello rubio, rizado y algo revuelto. Era esa persona que siempre te cruzas por los pasillos del instituto, pero que nunca te das cuenta de su existencia hasta que no la conoces. Su rutina nunca cambiaba: se despertaba, iba al instituto, comía y dormía. No sabía lo que era vivir de verdad hasta que apareció alguien que modificó completamente su forma de vivir y de ver las cosas.

Era un frío día de noviembre, el cielo estaba algo nublado, parecía que iba a llover de un momento a otro. Ella se encontraba sentada en un banco, esperando a que su madre pasara a recogerla. Finalmente, no pudo hacerlo, puesto que tuvo que trabajar unas horas extra. El cielo se empezó a poner cada vez más oscuro, hasta que empezó a llover intensamente. Ella se intentó refugiar debajo del tejado de una casa, pero en ese momento un chico misterioso apareció. Era alguien alegre, simpático y muy bajito. Se acercó a ella con su paraguas y le preguntó: "¿Qué hace una chica tan bonita permitiendo que la lluvia moje su rostro?. Anda, toma esto". Le ofreció su paraguas y se marchó bajo la lluvia, dejando una expresión en el rostro de la chica que nunca olvidó. La chica quedó fascinada al ver que aquel chico que no conocía de nada había sido tan amable y le había salvado de un buen resfriado.

Al día siguiente, en la hora del cambio de clase, sus miradas volvieron a cruzarse. Quizás fue el destino, o quizás no, pero la suerte ya estaba echada y el amor entre ambos empezado a aparecer desde el fondo de sus corazones. El chico se detuvo frente a ella y le preguntó: "¿Tú eres la chica de ayer, no?, un gusto en conocerte, espero que ayer llegaras bien a casa". La chica, con voz temblorosa, le respondió: "Muchas gracias por el detalle de ayer, no tengo palabras para agradecértelo". La chica se disculpó por tomar el paraguas y se lo entregó. Él sonrió y, con un tono agradable, se despidió de ella y marchó a la siguiente clase. Todo estaba cambiando, su rutina se alteró completamente de un día para otro. En los días siguientes, la chica y el chico siguieron hablando, hasta hacerse grandes amigos. Los dos eran muy felices juntos, parecía como si se conocieran desde pequeños. La vida empezaba a sonreirle a esta chica, que después de pasar toda su vida sola y sin amigos, empezaba a experimentar unos sentimientos que nunca antes había sentido. Después de conocerse durante varios meses, el chico le pidió  a la chica que su relación pasara al próximo escalón. Y así fue, dos adolescentes completamente enamorados el uno del otro, sin importarles lo que pensaran los demás sobre ellos y, lo más importante, siendo muy felices juntos. El lugar donde le confesó su amor lo llamaron "El parquecito", y allí se encontraban siempre que se reunían para verse y estar juntos.

La chica era muy feliz a su lado, se llevaban muy bien, nunca había problemas entre ellos, estaba completamente enamorada de ese chico. Pero no todo es como parecía, las apariencias nos juegan muchas veces malas pasadas. El chico empezó a experimentar otro tipo de sentimientos, hasta que finalmente terminó distanciándose de ella y acabando la relación que ambos mantenían. La chica no creía lo que pasaba, ni nunca lo comprendió. Todos sus recuerdos se derrumbaron hasta hacerle ver que la vida no tiene sentido si no tienes a nadie para compartir grandes y bonitos momentos. Al pasar unas semanas decidió levantar la cabeza, poner una sonrisa en su cara y seguir hacia delante. Y así lo hizo, siguió viviendo, pero nunca encontró a nadie que llenara ese gran vacío que dejó el chico cuando se fue. Sin embargo, había algo que el chico no sabía; ella murió pasados unos meses debido a una enfermedad en el corazón que sufría desde pequeña. Él fue la única persona que la hizo realmente feliz, pero nunca lo supo.

Cuando parecía que todo iba mal, siempre puede ir peor. Así que no hay que desaprovechar cada oportunidad que recibes de la vida. Vive el momento y quédate con quién realmente te haga feliz, que eso es lo que  importa en este camino al que llamamos vida.