sábado, 23 de marzo de 2013

Un amor ardiente.


Todo comenzó un día de verano, Usui era un estudiante japonés que vino a vivir a España en busca de un trabajo mejor y para olvidar su pasado oscuro que dejó atrás en su ciudad natal. En su periodo de estancia, Usui no se comunicaba con nadie, debido a que no sabía hablar prácticamente español. A los meses de estar hospedado en un motel de la ciudad, se encontraba sin dinero y sin nada para comer, su vida se estaba convirtiendo en una verdadera pesadilla, pero aun así, él siempre tenía una sonrisa en la cara.

Pasaron varias semanas viviendo en la calle, Usui se encontraba en un estado físico lamentable, prácticamente no podía moverse debido a la falta de comida. Una noche, una chica se acercó a él y le entregó un poco de comida. Esta acción se fue repitiendo durante un par de semanas, hasta que la chica, llamada Nuria, se decidió a decirle que se hospedara en su casa. Usui se fue a vivir con ella, aún sin llegar a conocerla prácticamente. Cuando Usui se recuperó, volvió a su rutina diaria, yendo a clases a seguir aprendiendo español y, más tarde, consiguió un trabajo temporal en una heladería de la ciudad. Nuria estaba muy feliz de haber sacado a Usui de esa situación en la que se encontraba.

Pasaron los años, Usui y Nuria se habían convertido en grandes amigos y no podían vivir el uno sin el otro. Nuria trabajaba en una clínica veterinaria no muy lejos de su casa y Usui se encontraba en el paro, mientras tanto, seguía reforzando su español en clases particulares. Un día, Usui le preguntó a Nuria que si estaba enamorada de alguien, ella le contestó que estaba enamorada de la persona más simpática, cariñosa, amable, inteligente y más valiente del mundo, para ella ese chico se había convertido en alguien muy importante durante estos últimos años. Él se quedó un poco decepcionado al saber la respuesta, estaba enamorado de ella desde el primer día que la vió. Su generosidad y hospitalidad hacia él habían hecho que se enamorara aún más de ella.

Usui empezó a hacerse amigo de un grupo de personas con muy mala fama en la ciudad y muy poco fiables. Nuria se preocupaba mucho por él, llegaba más tarde a casa sin dar explicaciones de dónde había estado, su actitud había cambiado a peor, ya no era el chico que ella conoció tirado en las calles de la ciudad. Usui había cambiado radicalmente su forma de ser y a Nuria no le gustaba esta nueva actitud de él y así se lo hizo saber. Usui le preguntó que cómo de importante era para ella, a lo que Nuria le contestó:

'Desde el primer día que te vi supe que eras una buena persona, pero el destino te había llevado a asentarte en las calles de esta ciudad. me dio mucha pena ver a alguien como tú tirado en el suelo y en ese estado físico en el que te encontrabas, por eso, un día decidí llevarte comida al lugar en el que te encontrabas. Ésto se convirtió en una rutina, que al final me llevó a enamorarme de ti, de esa persona tan magnífica que eres, tú eras ese chico que me gustaba y me sigue gustando, pero nunca he tenido el valor suficiente para decírtelo, tenía miedo a perderte'

Usui le pidió perdón por todo lo que había hecho y le contó que quería conseguir dinero para comprarle un regalo en agradecimiento por todo lo que había hecho por él, para ello, estaba traficando droga en la ciudad con el grupo de personas que había conocido. Nuria le contestó que el único regalo que le haría realmente feliz sería que se quedara junto a ella para siempre y le dijo también que se apartara de esas personas, ya que a la larga traerían muchos problemas. Usui le hizo caso y así fue como las dejó a un lado y se centró en hacer feliz a Nuria.

Una noche, llamaron al piso de Nuria, ella abrió la puerta y repentinamente, dos personas le cubrieron la cabeza con una bolsa y se la llevaron a una casa alejada de la ciudad. Usui había salido y cuando regresó a casa lo único que encontró fue un número de teléfono encima de la mesa y una nota. Llamó rápidamente al teléfono y un hombre con una voz muy grave contestó pidiéndole que trajera una gran cantidad de dinero y objetos de valor a la dirección indicada en la nota si quería volver a ver con vida a Nuria. El hombre le advirtió que estaba siendo vigilado y que fuera al lugar lo más rápido posible.

Usui cogió las llaves del coche, se montó en él y fue al lugar establecido. Cuando llegó, unas personas le pidieron que le entregara todo lo que le habían pedido. Él se lo dio todo y, después, se dirigió a la casa donde se encontraba Nuria. Al abrir la puerta, la vio maniatada a una silla, se acercó para desatarla, pero un grupo de personas lo cogieron y lo ataron también a una silla. Él se sintió confundido, le había entregado a todos lo que le habían pedido, pero aún así, no fue suficiente para compensarselo con la vida. El grupo de personas, echó gasolina por la casa y lanzaron una cerilla al suelo, empezando a consumirse todo en cenizas.

Usui estaba muy arrepentido por todos los problemas que le había traido a Nuria, ella lloraba desconsoladamente, veía como su vida se esfumaba lentamente mientras veía arder todo a su alrededor. Usui intentaba desesperadamente desatarse de las cuerdas por las que estaba atado, hasta que finalmente consiguió desatarse. Rápidamente desató a Nuria e intentaron escapar, pero era demasiado tarde, las llamas cubrían mayoritariamente la zona. Usui la abrazó fuertemente y le dijo:

'Nuria, siento mucho que esto haya terminado de esta manera tan horrible. Yo solo quería verte feliz, quería darte las gracias por todo lo que has hecho por mi. Tú fuiste la luz que me guiaba por mi oscuro camino, has sido, eres y serás mi mundo, mi todo. Porque sin ti, yo habría perdido mi vida en las calles de la ciudad, gracias a ti he podido vivir los mejores años de mi vida, los he pasado con la persona más bonita de este planeta, nunca podré compensarte por todo. Espero que podamos seguir esta historia en un lugar mejor, porque recuerda, te prometí que estaría siempre a tu lado, por eso nunca te abandonaré'.

En ese momento, todo se volvió oscuro. Al despertar, Nuria se encontraba acostada en una cama de hospital, el médico le explicó que gracias al abrazo que le dio Usui y la rápida intervención de los bomberos y varias fuerzas de la policia habían conseguido salvarlos con éxito, el abrazo de Usui había conseguido milagrosamente que las llamas no le quemaran completamente su cuerpo. Nuria le preguntó al médico sobre la salud de Usui. Él le contestó que había tenido mucha suerte, y estaba recuperándose favorablemente. Nuria y Usui se mudaron a Japón después de lo sucedido, con el objetivo que arreglar el pasado oscuro que había dejado atrás Usui cuando emprendió su viaje hacia España.




jueves, 21 de marzo de 2013

Wait for me.

Camino sin rumbo, sin dirección, la lluvia cae sobre mi mientras voy por estas calles descoloridas caminando. Cada paso que doy es un recuerdo que pasa por mi cabeza, como cada una de las gotas de lluvia que se deslizan por la ventana, mientras las observas caer desde dentro de la habitación. La soledad me invade, no tengo sueños por los que luchar, no puedo soñar, no puedo sentirme vivo, cada vez le encuentro menos sentido a esta vida. Cuando no tienes nada por lo que hacer latir tu corazón, si no tienes a nadie para poder sacarle una sonrisa, para poder dar lo mejor de ti, entonces todo pierde su sentido, produciendo un gran vacío en tu interior.

Mi vida se basó en una infancia sin padres, en un orfanato rodeado de personas con problemas similares a los míos. Durante el periodo de tiempo que pasé aquí conocí a mucha gente y tuve muchos amigos. Uno de ellos fue una chica, llamada Claudia, era muy bonita, siempre estábamos juntos en los buenos y malos momentos, con ella pasaba todo el tiempo, no me cansaba de estar a su lado. Cada sonrisa que le sacaba me hacía sentir mejor para volver a sacarle otra más. El tiempo no importaba cuando estaba con ella, no nos importaba nada, solo que estuviéramos juntos.

Aún recuerdo la promesa que hicimos como si fuera ayer. Era un frío día de invierno, salimos a jugar fuera como siempre hacíamos, ella estaba triste, había perdido un anillo dorado, el único recuerdo que tenía de su madre antes de que la dejara. Le dí ánimos y cogí un tapón hueco que me encontré, lo pinté de color amarillo y se lo entregué. Ella soltó una risa floja y acto seguido me abrazó. En ese momento me sentí tan feliz que no me importaba nada más que su felicidad. Le puse el anillo y ella me dio las gracias. Aunque la notaba un poco triste todavía. Le pregunté que debía hacer para hacerla feliz. Ella me contestó que nunca me separara de su lado, pasara lo que pasara. Le prometí que siempre estaríamos juntos.

A la mañana siguiente, me levanté y al dirigirme a darle los buenos días a mi amiga, no la encontré allí. Fui corriendo a buscarla, una de las responsables del centro me paró y me preguntó que sucedía. Le pregunté dónde estaba Claudia, la responsable me contó que la habían adoptado y aquella noche se la habían llevado. Eché a llorar sin aceptar la triste realidad por la que estaba rodeado. La chica de mis sueños se había esfumado sin ni siquiera haberme despedido. Esperé por ella, mantuve la esperanza de que algún día al abrir la puerta de aquella habitación me la encontrara en su cama durmiendo, pero nunca apareció.

Pasaron los años, cuando cumplí los 16 me dirigí al orfanato de nuevo, en busca de la dirección de Claudia, tenía pensado ir a visitarla. Nunca dejé de perseguir mis sueños, sabía que ella era la chica de mi vida y ese comienzo tan bonito no podía terminar de esa forma.Cuando llegué al orfanato, el director me recibió amablemente, se alegraba de volver a verme. El director se sintió asombrado por mi visita. Le conté todo lo ocurrido y, conmocionado, accedió a ayudarme.

Respiré profundamente, me arregle la chaqueta, comprobé que no estaba mal peinado y llamé a la puerta que se encontraba enfrente. Estaba muy nervioso, estaba a unos segundos de volver a ver a aquella chica después de tantos años sin saber nada de ella. Su madre adoptiva me abrió la puerta, me presenté y me dejó entrar dentro de casa. Su madre me dijo que Claudia había salido a hacer unos recados. La esperé en la casa, al igual que la esperé todos esos años atrás en el orfanato, esperando su regreso. La puerta de la casa se abrió, unos pasos se aproximaban hacia la sala dónde me encontraba. Una silueta se paró al lado de la puerta, sujetando un par de bolsas de la compra en ambas manos. Dejó caer las bolsas al suelo cuando nuestras miradas se cruzaron, me levanté y la abracé con todas mis fuerzas, no pude contener mis lágrimas, se fueron escapando de mis ojos una por una. Claudia se encontraba muy feliz, me reconoció a pesar de todos los años que habían pasado desde aquel entonces.

Me invitó a pasar la noche en su casa, acepté la proposición. Durante esa noche, le conté como había sido mi vida después de que se fuera, y viceversa. Todo fue tan bonito que quedó en nuestras memorias como si de una página escrita de un libro se tratase. Esa noche no pude dormir, me desvelé varias veces, en una de ellas, me levanté de la cama y salí a la azotea a despejarme un poco. En ella se encontraba Claudia, me acerqué hacia ella, me senté a su lado y le dije: 'Hoy el cielo está muy bonito, las estrellas brillan mucho '. Ella asintió y me contestó: 'Para mi el cielo siempre será bonito mientras tu estés cerca'. En ese momento, la abracé y le dije que quería vivir el resto de mi vida a su lado, que haría todo lo posible por estar junto a ella, era el único objetivo que había tenido en esta vida, quería cumplirlo, y para ello no me rendiría hasta conseguirlo.

Después de ese día mi vida cambió por completo. Empecé a salir con ella, la visitaba todos los fines de semana hasta cumplir los 18 años, a partir de ahí, me mudé con ella, conseguí un trabajo estable y poco a poco fui dándole sentido a mi vida. Pero nada dura para siempre, un día recibí una llamada del hospital, Claudia había tenido un accidente cuando regresaba de hacer la compra. Al parecer, un coche que iba a una velocidad fuera de los límites establecidos se saltó un semáforo y la arroyó mientras cruzaba el paso de peatones. Llegó al hospital en un estado crítico y los médicos no pudieron hacer nada para salvarla.

Todo era perfecto, no deseaba ni dinero, ni fama, solo quería estar al lado de la persona por la que luché durante toda mi vida, pero ahora el destino nos había vuelto a separar, pero esta vez para siempre.







domingo, 17 de marzo de 2013

Rozando el cielo.

A veces confiamos demasiado pronto en las personas sin llegar a conocerlas realmente. Mi vida se basó en mentiras y desilusiones, una detrás de otra, una vida difícil, extraña, llena de obstáculos en el día a día, tal vez porque la viví diferente a los demás o tal vez porque el destino quiso que mi vida tomara esta dirección. El amor me arrestó sin haber cometido ningún delito y condenó a mi corazón a vivir eternamente enamorado. 

Un día cualquiera, al llegar a clase, la chica 'popular' de mi instituto se acercó a mi. Me pareció extraño, ya que era el chico raro del instituto y nadie solía acercarse a hablar conmigo, y el que lo hacía era para burlarse de mi. La chica se mostró muy simpática y me dijo que sentía curiosidad por conocerme. A partir de ese día, la chica empezó a hablarme todos los días, no entendía porqué estaba tan interesada en alguien tan diferente a ella. 

Al cabo de unas semanas, la chica me llamó por teléfono y me dijo que quería verme, tenía que decirme algo. Sorprendido, cogí las llaves de casa y me apresuré al lugar que habíamos acordado. Cuando llegué allí no había nadie, miré por los alrededores, esperé entre quince y veinte minutos, pero la chica no llegaba. Dispuesto a irme, oí a lo lejos gritar mi nombre, era ella, se apresuró hacia mi pidiéndome disculpas por la tardanza. Le dije que no pasaba nada, estaba preocupado por si le había pasado algo malo,  dejé notar rápidamente este sentimiento al exterior. Ella sonrió. Se produjo un momento de silencio y, más tarde, me confesó que estaba enamorada de mi, de ahí el interés que sentía por conocerme mejor. En ese momento no supe que responder, nunca había conseguido que una chica se enamorara de alguien como yo. En ese momento, la chica se lanzó hacia mi y me besó. Se paró el tiempo, todo lo que se encontraba a mi alrededor se volvió diferente, era la primera vez que besaba a alguien. Después de eso, se despidió y se fue de aquel lugar, dejándonos solos a mi y a mis pensamientos.

Al día siguiente volví a encontrarme con ella, le pregunté si realmente era verdad lo que me confesó ayer. Me respondió que era totalmente cierto, si no lo fuera no me habría besado. Le conté que también empezaba a sentir algo por ella, me estaba enamorando por primera vez de alguien. Después de varias semanas de lo ocurrido, me armé de valor, me tragué mi orgullo y le pedí salir. Ella aceptó la proposición muy contenta, no pensaba que hiciera algo así.

Esa semana fue muy especial para mí, viví grandes momentos junto a ella. Solíamos quedar todos los días, íbamos al cine, paseábamos por el parque, todo era perfecto, ella hacia que lo fuera. Todo fue un sueño que pasó fugazmente por mi cabeza. A la semana siguiente, dejó de hablarme, me esquivaba, no contestaba al móvil, era una marioneta que solo la utilizaba para pasar el rato. Esperé para hablar con ella en persona al día siguiente, en el instituto. La vi junto a las taquillas, se encontraba con unos amigos. Me acerqué hacia ella y le dije que tenía que hablar con ella. Me contestó riendo: ¿Qué tengo que hablar con alguien tan insignificante como tú?. Le respondí que qué le había hecho para que me respondiera de esa manera. Ella se acercó a mi y me dijo:

'Mira, lo siento mucho, pero no me gustas ni nunca me has gustado, olvídate de mi y de todo lo ocurrido ¿vale?'

Le contesté que porqué me había hecho ésto. Me respondió que solo era una apuesta con sus amigos, nada del otro mundo. Sus amigos y ella empezaron a reirse de mi en ese momento, sus risas inundaban mi cabeza y no conseguía escapar de ellas, era una pesadilla que me perseguía cuando estaba despierto. Salí corriendo de aquel lugar espantoso, plagado de personas sin sentimientos y que solo les gusta jugar con ellos, como si fueran juguetes.

Pasaron meses, no asistía a clase, no podía volver a ver las caras de esas personas que se rieron de mi, era débil, estaba acostumbrado a que se burlaran de mi, pero no de esta manera. Cansado de toda esta presión y de toda esta mierda acumulada, sin nadie que me ayude a seguir adelante, me dirigí a la azotea y me coloqué en el borde del edificio. Respiré el frío aire que corría en la noche, desde aquí se pueden ver las oscuras calles de la ciudad iluminadas por la luz artificial de las farolas. Las lágrimas caen sobre mi rostro, no hay vuelta atrás, escribo estas últimas líneas con la esperanza de que en mi próxima vida tenga una vida mejor, una vida feliz, una vida que pueda compartirla con alguien que me quiera por como soy y no por como quiera que sea.