lunes, 24 de diciembre de 2012

Una estrella fugaz.

El sol se había alzado en la mañana, subí la persiana y me levanté de la cama. En el baúl me encontré una nota, al parecer estaba escrita con mucha prisa, se podía apreciar en la caligrafía. Acerqué la mano hacia ella, la cogí y me dispuse a leerla:

'Creo que ha llegado la hora de irme, gracias por todos esos momentos que hemos pasado juntos, espero que seas feliz en tu nueva vida... sin mí.'

Se produjo un momento evadido por un silencio muy incómodo, cerré el puño con mucha fuerza y dejé caer la nota hacia el suelo. Las lágrimas caían sobre mi cara. Mi cabeza estaba totalmente paralizada. Me repetí una y otra vez lo tonto que había sido y recordé la discusión de la noche anterior por teléfono, en ese momento, me dirigí hacia la puerta, la abrí y salí corriendo hacia la estación de tren de la ciudad, no muy lejos de aquí, con la esperanza de poder encontrarla.

La estación estaba llena de gente, la busqué como si de un tesoro para un pirata se tratara. Oí unos gritos cerca del tren, la gente se acercó corriendo para ver que había sucedido. Me colé entre todas esas personas y mis ojos vieron a lo lejos un cuerpo desfallecido de una chica en medio de las vías del tren. Conseguí identificar el cuerpo, era ella. Grité su nombre desesperadamente y corrí hacia ella sin pensármelo dos veces, pero la policía me detuvo impidiendo acercarme. Caí de rodillas al suelo, me eché las manos a la cabeza, todos esto no puede estar pasando, me repetí una y otra vez. Vi pasar fugazmente por mi cabeza todos esos momentos inolvidables desde el día que la conocí hasta ver la imagen de su cuerpo arrojado a las vías del tren.

No existen las personas perfectas, pero ella lo era para mí, era única, por eso era tan especial. Ella era mi mundo, mi todo, la había perdido, y esta vez ya no podía recuperarla.



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