jueves, 21 de marzo de 2013

Wait for me.

Camino sin rumbo, sin dirección, la lluvia cae sobre mi mientras voy por estas calles descoloridas caminando. Cada paso que doy es un recuerdo que pasa por mi cabeza, como cada una de las gotas de lluvia que se deslizan por la ventana, mientras las observas caer desde dentro de la habitación. La soledad me invade, no tengo sueños por los que luchar, no puedo soñar, no puedo sentirme vivo, cada vez le encuentro menos sentido a esta vida. Cuando no tienes nada por lo que hacer latir tu corazón, si no tienes a nadie para poder sacarle una sonrisa, para poder dar lo mejor de ti, entonces todo pierde su sentido, produciendo un gran vacío en tu interior.

Mi vida se basó en una infancia sin padres, en un orfanato rodeado de personas con problemas similares a los míos. Durante el periodo de tiempo que pasé aquí conocí a mucha gente y tuve muchos amigos. Uno de ellos fue una chica, llamada Claudia, era muy bonita, siempre estábamos juntos en los buenos y malos momentos, con ella pasaba todo el tiempo, no me cansaba de estar a su lado. Cada sonrisa que le sacaba me hacía sentir mejor para volver a sacarle otra más. El tiempo no importaba cuando estaba con ella, no nos importaba nada, solo que estuviéramos juntos.

Aún recuerdo la promesa que hicimos como si fuera ayer. Era un frío día de invierno, salimos a jugar fuera como siempre hacíamos, ella estaba triste, había perdido un anillo dorado, el único recuerdo que tenía de su madre antes de que la dejara. Le dí ánimos y cogí un tapón hueco que me encontré, lo pinté de color amarillo y se lo entregué. Ella soltó una risa floja y acto seguido me abrazó. En ese momento me sentí tan feliz que no me importaba nada más que su felicidad. Le puse el anillo y ella me dio las gracias. Aunque la notaba un poco triste todavía. Le pregunté que debía hacer para hacerla feliz. Ella me contestó que nunca me separara de su lado, pasara lo que pasara. Le prometí que siempre estaríamos juntos.

A la mañana siguiente, me levanté y al dirigirme a darle los buenos días a mi amiga, no la encontré allí. Fui corriendo a buscarla, una de las responsables del centro me paró y me preguntó que sucedía. Le pregunté dónde estaba Claudia, la responsable me contó que la habían adoptado y aquella noche se la habían llevado. Eché a llorar sin aceptar la triste realidad por la que estaba rodeado. La chica de mis sueños se había esfumado sin ni siquiera haberme despedido. Esperé por ella, mantuve la esperanza de que algún día al abrir la puerta de aquella habitación me la encontrara en su cama durmiendo, pero nunca apareció.

Pasaron los años, cuando cumplí los 16 me dirigí al orfanato de nuevo, en busca de la dirección de Claudia, tenía pensado ir a visitarla. Nunca dejé de perseguir mis sueños, sabía que ella era la chica de mi vida y ese comienzo tan bonito no podía terminar de esa forma.Cuando llegué al orfanato, el director me recibió amablemente, se alegraba de volver a verme. El director se sintió asombrado por mi visita. Le conté todo lo ocurrido y, conmocionado, accedió a ayudarme.

Respiré profundamente, me arregle la chaqueta, comprobé que no estaba mal peinado y llamé a la puerta que se encontraba enfrente. Estaba muy nervioso, estaba a unos segundos de volver a ver a aquella chica después de tantos años sin saber nada de ella. Su madre adoptiva me abrió la puerta, me presenté y me dejó entrar dentro de casa. Su madre me dijo que Claudia había salido a hacer unos recados. La esperé en la casa, al igual que la esperé todos esos años atrás en el orfanato, esperando su regreso. La puerta de la casa se abrió, unos pasos se aproximaban hacia la sala dónde me encontraba. Una silueta se paró al lado de la puerta, sujetando un par de bolsas de la compra en ambas manos. Dejó caer las bolsas al suelo cuando nuestras miradas se cruzaron, me levanté y la abracé con todas mis fuerzas, no pude contener mis lágrimas, se fueron escapando de mis ojos una por una. Claudia se encontraba muy feliz, me reconoció a pesar de todos los años que habían pasado desde aquel entonces.

Me invitó a pasar la noche en su casa, acepté la proposición. Durante esa noche, le conté como había sido mi vida después de que se fuera, y viceversa. Todo fue tan bonito que quedó en nuestras memorias como si de una página escrita de un libro se tratase. Esa noche no pude dormir, me desvelé varias veces, en una de ellas, me levanté de la cama y salí a la azotea a despejarme un poco. En ella se encontraba Claudia, me acerqué hacia ella, me senté a su lado y le dije: 'Hoy el cielo está muy bonito, las estrellas brillan mucho '. Ella asintió y me contestó: 'Para mi el cielo siempre será bonito mientras tu estés cerca'. En ese momento, la abracé y le dije que quería vivir el resto de mi vida a su lado, que haría todo lo posible por estar junto a ella, era el único objetivo que había tenido en esta vida, quería cumplirlo, y para ello no me rendiría hasta conseguirlo.

Después de ese día mi vida cambió por completo. Empecé a salir con ella, la visitaba todos los fines de semana hasta cumplir los 18 años, a partir de ahí, me mudé con ella, conseguí un trabajo estable y poco a poco fui dándole sentido a mi vida. Pero nada dura para siempre, un día recibí una llamada del hospital, Claudia había tenido un accidente cuando regresaba de hacer la compra. Al parecer, un coche que iba a una velocidad fuera de los límites establecidos se saltó un semáforo y la arroyó mientras cruzaba el paso de peatones. Llegó al hospital en un estado crítico y los médicos no pudieron hacer nada para salvarla.

Todo era perfecto, no deseaba ni dinero, ni fama, solo quería estar al lado de la persona por la que luché durante toda mi vida, pero ahora el destino nos había vuelto a separar, pero esta vez para siempre.







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