domingo, 17 de marzo de 2013

Rozando el cielo.

A veces confiamos demasiado pronto en las personas sin llegar a conocerlas realmente. Mi vida se basó en mentiras y desilusiones, una detrás de otra, una vida difícil, extraña, llena de obstáculos en el día a día, tal vez porque la viví diferente a los demás o tal vez porque el destino quiso que mi vida tomara esta dirección. El amor me arrestó sin haber cometido ningún delito y condenó a mi corazón a vivir eternamente enamorado. 

Un día cualquiera, al llegar a clase, la chica 'popular' de mi instituto se acercó a mi. Me pareció extraño, ya que era el chico raro del instituto y nadie solía acercarse a hablar conmigo, y el que lo hacía era para burlarse de mi. La chica se mostró muy simpática y me dijo que sentía curiosidad por conocerme. A partir de ese día, la chica empezó a hablarme todos los días, no entendía porqué estaba tan interesada en alguien tan diferente a ella. 

Al cabo de unas semanas, la chica me llamó por teléfono y me dijo que quería verme, tenía que decirme algo. Sorprendido, cogí las llaves de casa y me apresuré al lugar que habíamos acordado. Cuando llegué allí no había nadie, miré por los alrededores, esperé entre quince y veinte minutos, pero la chica no llegaba. Dispuesto a irme, oí a lo lejos gritar mi nombre, era ella, se apresuró hacia mi pidiéndome disculpas por la tardanza. Le dije que no pasaba nada, estaba preocupado por si le había pasado algo malo,  dejé notar rápidamente este sentimiento al exterior. Ella sonrió. Se produjo un momento de silencio y, más tarde, me confesó que estaba enamorada de mi, de ahí el interés que sentía por conocerme mejor. En ese momento no supe que responder, nunca había conseguido que una chica se enamorara de alguien como yo. En ese momento, la chica se lanzó hacia mi y me besó. Se paró el tiempo, todo lo que se encontraba a mi alrededor se volvió diferente, era la primera vez que besaba a alguien. Después de eso, se despidió y se fue de aquel lugar, dejándonos solos a mi y a mis pensamientos.

Al día siguiente volví a encontrarme con ella, le pregunté si realmente era verdad lo que me confesó ayer. Me respondió que era totalmente cierto, si no lo fuera no me habría besado. Le conté que también empezaba a sentir algo por ella, me estaba enamorando por primera vez de alguien. Después de varias semanas de lo ocurrido, me armé de valor, me tragué mi orgullo y le pedí salir. Ella aceptó la proposición muy contenta, no pensaba que hiciera algo así.

Esa semana fue muy especial para mí, viví grandes momentos junto a ella. Solíamos quedar todos los días, íbamos al cine, paseábamos por el parque, todo era perfecto, ella hacia que lo fuera. Todo fue un sueño que pasó fugazmente por mi cabeza. A la semana siguiente, dejó de hablarme, me esquivaba, no contestaba al móvil, era una marioneta que solo la utilizaba para pasar el rato. Esperé para hablar con ella en persona al día siguiente, en el instituto. La vi junto a las taquillas, se encontraba con unos amigos. Me acerqué hacia ella y le dije que tenía que hablar con ella. Me contestó riendo: ¿Qué tengo que hablar con alguien tan insignificante como tú?. Le respondí que qué le había hecho para que me respondiera de esa manera. Ella se acercó a mi y me dijo:

'Mira, lo siento mucho, pero no me gustas ni nunca me has gustado, olvídate de mi y de todo lo ocurrido ¿vale?'

Le contesté que porqué me había hecho ésto. Me respondió que solo era una apuesta con sus amigos, nada del otro mundo. Sus amigos y ella empezaron a reirse de mi en ese momento, sus risas inundaban mi cabeza y no conseguía escapar de ellas, era una pesadilla que me perseguía cuando estaba despierto. Salí corriendo de aquel lugar espantoso, plagado de personas sin sentimientos y que solo les gusta jugar con ellos, como si fueran juguetes.

Pasaron meses, no asistía a clase, no podía volver a ver las caras de esas personas que se rieron de mi, era débil, estaba acostumbrado a que se burlaran de mi, pero no de esta manera. Cansado de toda esta presión y de toda esta mierda acumulada, sin nadie que me ayude a seguir adelante, me dirigí a la azotea y me coloqué en el borde del edificio. Respiré el frío aire que corría en la noche, desde aquí se pueden ver las oscuras calles de la ciudad iluminadas por la luz artificial de las farolas. Las lágrimas caen sobre mi rostro, no hay vuelta atrás, escribo estas últimas líneas con la esperanza de que en mi próxima vida tenga una vida mejor, una vida feliz, una vida que pueda compartirla con alguien que me quiera por como soy y no por como quiera que sea.



No hay comentarios:

Publicar un comentario