sábado, 29 de diciembre de 2012

Te necesito aquí, a mi lado.

Recuerdo el momento en el que te conocí como si fuera ayer. Todo empezó un día lluvioso en el comedor del instituto, me encontraba sentado con unos amigos en una de las mesas de la izquierda de la sala. Un amigo empezó a hablar de una chica que iba a la misma clase que yo, nos contó que esa chica le confesó que estaba enamorada de él, pero a él no le gustaba.

Tocó el timbre, recogimos nuestra comida y nos dirigimos a clase. Me senté en una de las primeras mesas del aula y saqué los libros de la asignatura que tocaba. La chica que estaba enamorada de mi amigo se sentó a mi lado ese día, me pareció extraño, porque nunca lo había hecho. Transcurrida media hora de clase la chica empezó a hablarme y me preguntó si sabía quién le gustaba a mi amigo, le respondí que no lo sabía. Le mentí.

Esa chica siguió sentándose a mi lado los días siguientes. Ésto me empezaba a preocupar, mi corazón latía cada vez más deprisa cuando se acercaba para hablarme, se me hacia difícil respirar cuando la sentía cerca, me estaba empezando a enamorar de ella. Llegué a casa, tiré la mochila al suelo y me lancé a la cama. Fue un día extraño, me estaba enamorando de una chica a la que no le gustaba, me sentía muerto en mi interior. Era demasiado tarde, había caído presa de un amor no correspondido. Cada día de clase era una pesadilla en mi cabeza, no quería perder algo que nunca había tenido, me sentía impotente. No podía seguir creyendo si no tenía fe, no podía seguir luchando si no tenía valor, no podía volar, porque no tenía alas. Ella empezaba a ser una pieza clave en mi rompecabezas.

Las 08:30 de la mañana. Clase de matemáticas. La presión podía conmigo, me temblaban las piernas, tenía que confesárselo todo, no podía seguir torturándome de esta manera. Cogí aire, me armé de valor, le toqué el hombro y, muy nervioso, se lo conté todo. Me dijo que lo sentía mucho, pero que estaba enamorada de otro chico. Le dije que daría mi vida por ella, que estaría en los buenos y en los malos momentos a su lado, que me tendría ahí, pasara lo que pasara. Con el paso del tiempo la chica empezó a distanciarse de mí, no se sentaba tan frecuentemente a mi lado en clase, no hablaba prácticamente nada conmigo. Todo había pasado muy rápido desde el día que le confesé todo. 

Me encontraba sentado en clase, estaba solo, sin nadie a mi lado. Sonó el timbre, ésta era la última clase de hoy. A la salida, ella iba caminando delante mío, acompañada por un par de amigas. La distancia que separaba nuestros cuerpos era mínima, estaba a unos centímetros de ella, pero nuestros corazones se encontraban a miles de kilómetros. Nos detuvimos un momento, el semáforo estaba en rojo. En unos segundos, cambió a verde. Caminábamos por el paso de peatones, cuando a lo lejos vi un coche que se acercaba a ella a toda velocidad. En un acto reflejo la empujé hacia la orilla para que el coche no le atropellara. Mi mente se volvió de color blanco, se escuchaban gritos de fondo, había sangre derramada por toda la carretera, una ambulancia se aproximaba al lugar de los hechos.

Pasaron unas semanas, desperté de un largo sueño en el hospital. La primera imagen que vi al abrir los ojos fue ella, esa chica que había conseguido evitar que el coche le alcanzara ese día. La chica se alegró de que me despertara, me acomodó la almohada y me preguntó cómo me encontraba. Le pregunté que porqué no sentía las piernas, a lo que me respondió que quedaron incapacitadas después del accidente. Me entristecí mucho y le dirigí unas palabras:

''Siento haberte decepcionado todo este tiempo, sé que la he cagado, que mandé nuestra amistad a la mierda cuando te lo confesé todo. Se que no soy tan guapo como el chico que te gusta, no te sacaré la misma sonrisa que te saca él cuando hablais, soy un tonto más en este mundo, pero este tonto te dijo que daría su vida por ti, he perdido mis piernas al intentar salvarte, pero no me arrepiento, porque tu eres mi vida, si te mueres, me muero yo también.''

Después de decirle ésto, se acercó a mí y me dijo:

''Me has salvado la vida, ni todo el dinero del mundo podría compensar lo que has hecho por mí. Pocas son las personas que arriesgan su vida para salvar a otras, tú eres una de ellas, por eso, al igual que tú has dado tus piernas por mí, yo te doy mi corazón, porque te lo has ganado.''

Me apresuré a decir algo, pero se acercó a mí y me calló con un beso, haciendo que me tragara mis palabras.



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