viernes, 28 de diciembre de 2012

Mi vida eres tú.

Me desperté desvelado en medio de la noche. Cogí su foto enmarcada, situada en el armario que se encuentra enfrente de la televisión y la observé detenidamente. Su pelo, sus ojos, esa sonrisa que no la cambiaba por nada en el mundo y muchas más cosas que hacían que fuera especial. Ella siempre estaba feliz, sonreía a cada momento, hasta que sucedió todo...

Era una fría tarde de invierno, tenía las manos congeladas, no podía mover mis dedos debido al frío que hacía. El autobús de las cinco había llegado. Como todos los viernes, me monté en él y me dirigí a visitarla, no podía estar estar más de una semana sin poder verla, abrazarla, sentirla cerca de mí. Cuando no lo hacía sentía como si me faltara algo, me sentía vacío.

Llegué a las siete a la parada principal, como todos los viernes, estaba allí, tan feliz y tan guapa como siempre. Le agarré la mano y fuimos calle abajo, mientras nos contábamos lo sucedido durante la semana. Llegando a su casa, se paró y me miró fijamente a los ojos, la notaba extraña, su sonrisa había desaparecido, suspiró y dijo que tenía tenía que contarme algo importante. Asustado, le pregunté que sucedía, a lo que me respondió:

''No sé como decirte ésto, pero creo que deberíamos terminar esta relación, no quiero hacerte sufrir más, quiero que tengas una vida feliz, y yo no formo parte de ella''

Me quedé de piedra, no sabía que responder, mis palabras se ahogaron en mi garganta, me sentía perdido en un laberinto que no tenía salida. Sin saber que hacer, me lancé hacia ella, la abracé y dejé caer las lágrima sobre mi pálido rostro. Le pregunté porqué me dijo eso, no obtuve respuesta, me besó en la mejilla y entró a su casa, dejándome inundado en un mar de pesadillas. Cogí el metro de regreso a casa, encendí el MP4 y me dejé llevar por el sonido de la música. Cuando el tren llegó a mi ciudad, me bajé y me dirigí a casa, dispuesto a irme directamente a la cama, ya que no tenía ganas de hacer nada. Mañana sería un nuevo día, tendría más tiempo de asumir lo sucedido. Esa noche me desvelé muchas veces, no conseguía dormirme, esa chica lo era todo para mí y ahora se había convertido en mi nada.

Pasaron unos meses después de que ella me dejara. Un día recibí una llamada, era de un familiar suyo, me contó que había fallecido la pasada noche. Le pregunté, confuso y desesperado, que le había ocurrido, el familiar me contó que sufría una enfermedad incurable y que le habían dado unos pocos meses de vida. Apreté los dientes y contuve las lágrimas por un momento, pero fue inútil. Al día siguiente, me reuní con ese familiar, el cual, me mostró una carta escrita por ella, la cogí y me dispuse a leerla:

''Si estás leyendo ésto significa que no me encuentro con vosotros en estos momentos. Hace poco me detectaron una enfermedad y me dieron solo unos meses de vida, esta enfermedad no tenía cura, por lo que tuve que aceptarlo sin resignaciones. Me aconsejaron que protegiera a las personas que más quería, una de ellas eras tú. Así, decidí acabar nuestra relación porque no quería causarte un peor mal en el futuro. Cuando me enteré que iba a morir, decidí que viviría en ti, porque me di cuenta que mi verdadera vida eres tú.''




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